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Los techos más bonitos del mundo: Tortícolis extrema (P. 1)

Los techos más bonitos del mundo: Tortícolis extrema (P. 1)

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Los Techos más Bonitos del Mundo...Tortícolis Extrema !!!(P. 1)
Hay sitios donde el espectáculo está arriba. Techos y cubiertas de palacios, iglesias y museos que son una obra de arte en sí mismos y a veces el inicio de una ligera tortícolis. Más, bajo estas maravillas merece la pena arriesgarse y colocar nuestra cabeza entre los omóplatos y mirar arriba. Recorremos el mundo en busca de los techos más bonitos.

Grand Foyer de la Ópera Garnier, París (Francia)

Hay sitios donde el espectáculo está arriba. Techos y cubiertas de palacios, iglesias y museos que son una obra de arte en sí mismos y a veces el inicio de una ligera tortícolis. Más, bajo estas maravillas merece la pena arriesgarse y colocar nuestra cabeza entre los omóplatos y mirar arriba. Recorremos el mundo en busca de los techos más bonitos.

Mount Stuart House, Escocia (Reino Unido)

De hechuras neogóticas, el gran techo de Mount Stuart House, es un inusual capricho que el tercer marqués de Bute plantó en su casa solariega. Su techo, que se sustenta en el mejor mármol de Escocia, cuenta con una bóveda nervada en la que se han representado las constelaciones, suponemos que por aquello de ver las estrellas aunque el clima que se estila por aquí no lo permitiera.

Museo Guggenheim, Nueva York (Estados Unidos)

Frank Lloyd Wright, toda una estrella de la arquitectura en 1943, fue el elegido para moldear el Museo Guggenheim de Nueva York con las únicas instrucciones por parte del magnate del cobre Solomon Guggenheim, de que su museo debía ser algo totalmente distinto a los museos ya existentes en la Gran Manzana. Dicho y hecho, y aunque en 1959 en un primer momento el edificio se recibiera entre airadas críticas que lo comparaban con un champiñón monstruoso o una lavadora, el tiempo lo ha convertido en uno de los primeros hitos de la arquitectura contemporánea y en un símbolo claro de la ciudad de los rascacielos. Un champiñón revolucionario decimos nosotros. Plántate bajo su circuito de pasillos y disfruta del espectáculo.

La Capilla Sixtina (Ciudad del Vaticano)

Una obra maestra lo es de cerca o de lejos, pero lo cierto es que en el arte, a veces, el tamaño sí importa. Cuando Miguel Ángel empezó a pintar la Capilla Sixtina, lo hacia desde tan cerca que al quitar momentáneamente el andamio desde donde estaba pintando para que el impaciente Julio II pudiera ver cómo avanzaban los trabajos, el genio se dio cuenta de que los episodios del diluvio universal y el de Noé eran demasiado pequeños para verlos desde abajo. Aunque el papa quedó realmente satisfecho. Así, que una vez reanudados los trabajos, los siguientes capítulos del Antiguo Testamento que quería tratar, lo hizo con la perspectiva en mente. El resto es historia.

Biblioteca Nacional de Brasil, Río de Janeiro (Brasil)

La Biblioteca Nacional de Brasil en Río de Janeiro es un ecléctico ejemplo de templo del saber donde es difícil concentrarse. En un estilo que fusiona el neoclásico con el Art Nouveau, su gran escalera deja sin palabras a todo el que mira hacia arriba antes de subirlas, y ya es decir en una biblioteca.

Capilla de Henry VII de Westminster, Londres (Reino Unido)

Bajo los dictámenes del gótico perpendicular, en la abadía de Westminster, la capilla de Henry VII deslumbra con techo de bóvedas de abanico. Un portento arquitectónico que el rey Enrique VII mandó levantar en 1503 en sustitución de la capilla auspiciada por Enrique VI. Las banderas de los miembros de la orden de Bath, focalizada en la capilla como iglesia madre desde 1725, ondean en sus muros, coloreando las vistas.

La cúpula de las Galerías Lafayette, París (Francia)

Ya centenaria, la cúpula de las Galerías Lafayette es un secreto a voces que visitan la friolera de más de 30 millones de personas al año, eso sí, algunos de ellos además de mirar hacia arriba compran algo. De trazado modernista y sobre una armadura de metal, son sus 42 metros de altura los que dejan sin habla a todo aquel que se acerca hasta este 'cofre' de cristal, un monumento más del París del Art Nouveau.

Cúpula del Reichstag, Berlín (Alemania)

La cúpula del Reichstag, obra del genial arquitecto Norman Foster, es uno de los grandes miradores sobre Berlín, pero antes de empezar a recorrer su rampa en espiral, detente y échale un vistazo. Desde el centro y mirando hacia arriba, puede que te veas reflejado en los espejos de la torre tubular que asciende hacia el cielo, o puede que veas la ciudad desde otra perspectiva.

Abu Simbel, Asuán (Egipto)

Jeroglíficos y representaciones de los dioses egipcios se extienden por el techo y las paredes en el interior del templo mayor de Abu Simbel, maravilla en piedra que Ramses II hizo edificar en el Antiguo Egipto. Como curiosidad, justo 61 días antes y 61 días después del solsticio de invierno, el 21 de octubre y el 21 de febrero, la luz penetra en el templo hasta el fondo iluminando tres de las cuatro estatuas sedentes que representan a los dioses protectores del templo: Amón, Ra-Horajti y el propio Ramsés deificado, dejando en penumbra al dios Ptah, dueño del inframundo.

Capilla de los Condestables, Burgos (España)

En una transición impecable entre el Gótico tardío y el Renacimiento, el arquitecto Simón de Colonia ideó para los condestables de Burgos una capilla con una bóveda estrellada y octogonal que dejaba en su centro espacio para una estrella más pequeña y calada que filtraba al interior la luz del sol. Una proeza, que dotó a la Catedral de Burgos de uno de sus grandes tesoros, un auténtico atrapa miradas.

Capilla del Palacio de Versalles, Versalles (Francia)

La capilla del Palacio de Versalles está dedicada a San Luis, cómo iba a ser de otro modo con tantos luises sucediéndose en el poder en los siglos que vio la luz. Sus ornamentos corrieron a cargo de los mejores escultores y pintores del momento, rondaba el año 1689 cuando se inició su construcción, y las pinturas representan la unión del Antiguo y el Nuevo Testamento, con la redención como premio final, como si de juntar pasado y futuro se tratara.

Galería Palac Lucerna, Praga (República Checa)

En la Galería Palac Lucerna de Praga, uno de los primeros centros comerciales del mundo, si miras hacia arriba, además de una bonita cúpula, te toparás con la cabeza de un caballo que cuelga boca abajo. No te asustes, es una escultura del artista David Černý y representa a San Venceslao sobre su caballo muerto. Tal cual.

La Sagrada Familia, Barcelona (España)

Bien sabido es que Gaudí se inspiraba en la naturaleza para dar vida a su arquitectura, por ello, no tienes que extrañarte si al mirar hacia arriba en el interior de la Sagrada Familia te sientes como si estuvieras bajo las copas de un frondoso bosque, pues ésa era la intención del genio del modernismo. Columnas que parecen troncos y la luz que se cuela por las vidrieras como haces de luz entre las ramas.

Grand Central Terminal, Nueva York (Estados Unidos)

Quizá sea la estación más famosa del mundo y para muchos la más bonita. Se ha llegado a decir que en su hall hay días en los que son más los turistas que pasan por él que los que van a subirse a un tren. Lo cierto es que su techo estrellado, que curiosamente representa las constelaciones vistas desde el cielo y no desde la tierra por error, y su fachada Beaux Arts, con Minerva, Hércules y Mercurio cuidando de ella, levantan pasiones. En 1968 estuvieron a punto de demolerla para levantar un rascacielos, pero por suerte la ola ciudadana que se organizó en su defensa capitaneada por Jacqueline Kennedy Onassis y el arquitecto Philip Johnson consiguió salvarla y este 2013 ha cumplido 100 años. En su interior se han rodado memorables secuencias cinematográficas, pero si tuviéramos que elegir una, nos quedaríamos con Cary Grant deslizándose por su hall en Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock.

Museo de Historia Natural, Londres (Reino Unido)

El impresionante atrio del Museo de Historia Natural de Londres deja sin palabras. Su techo, asimilable como el de una estación de tren neogótica, filtra la luz natural, iluminando los arcos de metal y paneles de madera que lo componen, en los que se pueden identificar decenas de especímenes botánicos con todo tipo de detalles. Cconvirtiendo el acto de mirar al techo en una lección más del museo.

Museo Guggenheim, Bilbao (España)

Si el Guggenheim de Bilbao es adorable por fuera, su interior no decepciona. Acero, cristal y piedra juegan a encontrarse en un interior curvilíneo y diáfano que invita a mirar hacia arriba e intentar ver el cielo a través de sus lucernarios.

Palacio de Ali-Qapu, Isfahán (Irán)

Auténticos techos de filigrana atrapan a todo el que los mira en el palacio iraní de Ali-Qapu. Los hay con toda clase de decoraciones y colores, pero es éste, el techo de la sala de música, con sus aperturas y tonalidades ocres, el que roba nuestras miradas.

La ermita de San Antonio de la Florida, Madrid (España)

En la ermita de San Antonio de la Florida pueden presumir de haber contado con el mismísimo Francisco de Goya para decorarla, pues el artista aragonés dejó su impronta en la llamada cuadratura del templo, una impronta genial y muy goyesca. Una de las 100 cosas que deberías saber sobre Madrid.

Museo de Orsay, París (Francia)

El Museo de Orsay se ubica en el interior de la antigua estación de Ferrocarril de Orsay, que amenazaba ruina en 1973, año en el que comenzó a barajarse la posibilidad. Paseando bajo su gran bóveda, en ocasiones dejas de mirar las obras maestras para recrearte en sus dorados casetones y en sus ovalados ventanales, porque el techo de esta antigua estación es otra obra de arte.

Sala de dos hermanas de La Alhambra, Granada (España)

Mirar hacia arriba en la sala de dos hermanas de La Alhambra es casi como hacerlo a través de un caleidoscopio. Su cúpula totalmente tallada en mocárabes, tipo de decoración del arte nazarí inspirada en las estalactitas, es una de las muchas maravillas que guarda en su interior la Fortaleza Roja.

La cúpula de Chagall de la Opera Garnier, París (Francia)

Pese a sus detractores, es indiscutible que la cúpula del auditorio central de la Ópera Garnier, firmada por el artista Marc Chagall, es todo un impacto multicolor. Colocada cuidadosamente sobre las pinturas originales, su inauguración en 1964 no dejó indiferente a nadie, pero es ahora, con cierta perspectiva, cuando podemos apreciar el audaz contraste entre la pintura y su aristocrático entorno. Puro eclecticismo.

Befreiungshalle, Kelheim (Alemania)

Este altar a los héroes germanos fue encargado por el rey Luis I de Baviera para conmemorar la victoria sobre el ejército Napoleónico. Solemne y blanco, es la cúpula del Befreiungshalle, con ciertas reminiscencias a la del Panteón de Roma, la que centra la atención de este grandilocuente monumento al espíritu de liberación de una nación.

Templo de oro, Dambulla (Sri Lanka)

Las cuevas del Templo de Oro de Dambulla cuidan con mimo sus paredes y techos de roca que fueron engalanados en el siglo XII con cientos de budas de miles de colores, en un conjunto que parece un lienzo de seda flotando en el techo. Patrimonio de la humanidad, son cinco las cuevas que pueden visitarse, de un total de ochenta.

La pirámide de cristal del Louvre, París (Francia)

La pirámide de cristal que diseñó para el Louvre el arquitecto chino Leoh Ming Pei, posee la misma inclinación en sus paredes que las pirámides de Guiza, exactamente 51 grados. Y a diferencia de su hermana egipcia, ésta deja ver el cielo de París desde su interior, creando una de las panorámicas de la Ciudad de la Luz más encantadoras e inusuales.

Galleria Vittorio Emanuele II, Milán (Italia)

caparate de la historia de la ciudad, la Galleria Vittorio Emanuele II, es uno de los iconos más destacados de Milán. Levantada en honor al primer rey de la Italia unificada, su apertura fue todo un acontecimiento, una galería de cristal que cubría de las inclemencias del tiempo a los decimonónicos consumidores que recorrían las tiendas de este primitivo centro comercial. Una bella cúpula une los corredores y edificios en un perfecto octógono, decorado en la parte alta de los cuatro edificios con unos más que preciosistas frescos.

Metro de Moscú, Moscú (Rusia)

La Revolución Rusa acabó con los zares, aunque el metro de Moscú, inaugurado en 1935, parezca una prolongación del palacio de invierno. Claro, es que tras la revolución todos eran zares, es lo que tiene el comunismo. Eso y mosaicos y esculturas conmemorando a los héroes nacionales: obreros y trabajadoras. Otro monumento de dimensiones mastodónticas firmado por el martillo y la hoz, llamado con cariño el palacio subterráneo. Como dato anecdótico, es el metro con más usuarios del planeta.

La sala Labrouste, París (Francia)

La casi onírica sala Labrouste, en una de las sedes históricas de la Biblioteca Nacional de Francia, representa la proeza de la arquitectura del hierro en París, pues consiguió que en la Ciudad de la Luz se iluminara el interior de sus edificios oficiales con irreales estructuras de metal, mucho antes de que la urbe adquiriese su resplandeciente y eléctrico sobrenombre. Y es esta espectacular sala de lectura, junto a su arquitecto, mesié Pierre François Henri Labrouste, la que se lleva el título de pionera en utilizar en 1868 el hierro en las estructuras y artes decorativas de este pequeño bosque de metal. Como curiosidad, las cúpulas sólo son perceptibles en su interior, el tejado es totalmente plano. Sin duda, una biblioteca para no estudiar y una de las 100 cosas que deberías saber de París.

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